POETISA ANATOLIA ALDAVE REYES : EJEMPLO DE CREATIVIDAD
Las escenas pasaban raudas, contradictorias: alegría, admiración, niñez, nostalgia por la juventud, por la familia, por el
terruño. En el auditorio había solemnidad, la sala lucía, ordenada, con muchos
ramos de flores, repleta de asistentes, en lo alto de la pared sobresalía su
nombre, “LA CASA DE LA LITERATURA PERUANA”. Cerca estaba el espacio dedicado al gran escritor Mario Vargas Llosa,
desde el hall de entrada, una grande y ancha escalera, descendía hacia
el río Rímac, dando una imagen de postal; en la parte baja, como
si fuera un patio inmenso, habían mesas al aire libre para los visitantes que
desearan leer algún libro o revista.
Toda esta escenografía, demostraba, la importancia del lugar, recientemente
inaugurada por el Presidente del la república; en cada esquina se percibía
cultura literaria, novelas, cuentos, poesías, desde la Selva, Costa y Sierra,
aquí estaban, no cabía dudas, las mejores producciones del país, y, los autores
más reconocidos.
Entonces, cómo no sentirme feliz, sorprendido y entusiasmado, de ver a nuestra
tía Anatucha, que a sus 87 años, ingresaba por lo puerta grande a esta mansión,
a ponerse codo a codo con lo mejor de la literatura peruana.
En adelante, cuando vuelva a visitarla, volverán mis recuerdos a la maestra
chiquiana, Anatolia Aldave; recordaré presuntuoso sus hermosas poesías, sus
versos llenos de dulzura y amor, ellas brillarán en Lima, como las nieves de su
Yerupajá.
El Rímac, la Plaza de Armas, el Jirón de la Unión, se sentirán acompañados
de: “¡Chiquián querido!. Mí querida patria encantada. Mi
Espejito de Cielo.”. Entonces, el orgullo me volverá y diré, “Te
quiero y te extraño, mi tierra linda, pedacito de cielo “.
También, recordaré a la maestra doña Anatolia Aldave, enseñando con palabras
dulces y musicales a sus alumnitos, que también eran los animalitos, “pericotito
mío, pequeñitos, peladitos, sin poder mirar, caminas receloso, sin saber por
dónde vas”. O, los patitos, “Motitas de oro, moviendo colitas, tan obedientes,
al agua se tiran”. Su vida de la poetisa
fue difícil, muy temprano se hizo huérfana de padre, “!Oh!
Tarde lluviosa. Nueve de enero, se fue a la eternidad.. y el tiempo ido no ha
podido, sepultar en el olvido, el amor a mi papá”. Su ausencia, desde entonces, sería siempre reclamada, “Ven
ahora, Padre, dame tu mano, te necesito tanto, quiero sentir, el calor de tu
pecho, como cuando era niña”. Tus poemas de palabras dulces, amorosas, simples, profundas,
salidas del corazón, no necesitan tener cientos de paginas, basta una carilla,
una estrofa, una palabra. La joya que nos regalas hoy, la luciremos, como
emblema de creatividad, de sabor y de expresión cultural chiquiana.
En los años que vivo en Lima, siempre te ví presente en las reuniones de los
residentes, chiquianos, pero no te lo hemos demostrado en la dimensión que te
lo merecías, será porque así solemos ser, y que nos cuesta muchísimo valorar a
alguien en vida, por ello, en esta oportunidad, el homenaje que se te brindó en
la Casa de la Literatura, es el regalo que te han brindado, tus amigos que has
sabido cultivar, ellos, (chiquianos, iqueños, trujillanos y limeños), han
reconocido tu valía, tu esfuerzo, tu aprecio al amor y cariño que le das a la
poesía y a la amistad. Como chiquiano y familiar, doblemente satisfecho solo
atino a decirte, que eres ejemplo a la creatividad, a la perseverancia y a la
cultura.
PATIO DE MI ESCUELA
(Barrio de Leticia, 1957)
Patio de mi Escuela
llenita de piedras,
llenita de polvo
así yo te quiero
Cuántas veces
me he tropezado,
rodillas y codos
me he raspado
y llorando de rabia
me he levantado.
Hoy que soy grande
recuerdo de chica
que no me gustaba,
pero pasan los años
y te guardo cariño
¡Patio de mi Escuela!
Pluma del Viento
Lima, 8 de julio de 2010
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