El trabajo y la vida


La mañana dio las 6 y 15 esta ves se despertó por la alarma. Ayer había llegado a casa a las 17:45 y sin almorzar. Luego a las 19: 30 iniciaba una reunión por zoom para acompañar un trabajo. El primer día laborable del año 2022 comenzó cargado de tareas pero con poco tiempo para el descanso.  Según su programación inicial hoy le tocaría quedarse en casa -trabajar en modo remoto-. Pero como a las 7:50  timbró frenéticamente su WhatsApp, que decía

- Hoy nos vemos a las 10 horas en los laboratorios, tal como quedamos. 

- Debe ser cierto, se dijo; muy incómodo y dubitativo.

Creyó que esa reunión sería el día anterior; sin embargo, consideró que la reunión es lo importante, por tanto demás estaría discutir si era ayer u hoy. Así, fue apurado a la mesa del comedor y cogió el pan, lo abrió toscamente, retiró las migas y lo untó con poco de mantequilla, luego, bebió apresuradamente solo una de las dos tazas de avena que le preparan cotidianamente. Corrió hacia el garaje para encender el auto y enrumbarse al trabajo. Antes se había apertrechado de las indispensables dos mascarillas (la blanca KN95  y la celeste), el alcohol que le colgaba del cuello, metió en los cubículos de la mochila el cuaderno, USB, llave de la oficina, tarjeta de identidad para ingresar al trabajo y la tablet. 

El camino duró lo usual una hora y cuarto. El sol del verano sin piedad lo acompañaba con burla. Las noticias como tribunas del circo romano lanzaban banderillas a su tranquilidad, repetían con sorna, "el presidente ha pasado a investigado, de modo que la vacancia será un hecho", "es culpable", mientras entrevistaban a su abogado defensor, que se empeñaba en decir lo contrario pero no le daban tiempo. En la otra emisora también de noticias, anunciaban cifras de espanto en el contagio del virus omicrón con el inicio de la tercera ola que había llegado con todo, y escaseaban las pruebas moleculares.

Como si eso fuera poco, también anunciaron que en la selección nacional de futbol se habían detectado positivos. 

Se repitió con mucha pena, 

- Esto es lo último, se pone en peligro nuestra posibilidad de clasificar a Katar 2022, la única  noticia positiva esperada en el mediano plazo.  

Llegó al trabajo, continuó su recorrido directo a la sala de reuniones, como siempre, puntual. Luego  de intercambios de opinión según el plan que había establecido, y algunos acuerdos registrados, salieron a  visitar los laboratorios de hidrología isotópica, unos cercanos el otro ligeramente distante, sobre todo si se camina bajo el ardiente sol del medio día rodeado de colinas desérticas. 

A poco de finalizar las visitas su teléfono timbraba repetidamente anunciando urgencia. Desde el otro lado luego de saludarle le comunicaron,

-Te hemos enviado documentos vía el SGD para que los firmes porque se requieren que se publiquen hoy.

Sintió como que el sol hubiera repentinamente incrementado la temperatura en 5 grados, caminó sudoroso hacia el edificio donde había dejado su mochila, luego de empacar sus cosas se lo puso a la espalda y caminó hacia el otro edificio donde quedaba su oficina. Cuando encendió su computador para dar respuesta al SGD eran las 14:15 horas, se fue luego directo al baño a limpiarse el sudor y lavarse la cara. Repuesto pero apurado efectuó las firmas digitales. Hasta esa hora las 14:45 no había tomado una sola gota de agua, algunas frutas que tenía en la mochila las devoró con ansiedad. Entonces añoró estar en su casa o en el comedor el hambre lo estrangulaba. Entonces como no había llevado comida decidió volver a su casa inmediatamente. Bajó al estacionamiento caminando unos 300 metros, abrió la puerta sintió que una ola de calor sopló desde dentro, los asientos hervían. Así y todo el hambre podía mas subió a su vehículo. Mientras bajaba por las colinas de Huarangal el sol despiadado se burlaba por no tener vehículo moderno con aire acondicionado. 

Finalmente llegó a la plaza de Carabayllo abriéndose  paso bajo el polvo de los inmensos camiones que transportan tierra y ladrillos. De rato en rato miraba hacia las casas aledañas buscando una tienda donde comprar un refresco helado, pero no los encontraba. De pronto aspiró vida,

- Al fin en la Av. Camino Real, aquí está el restaurante la Olla Arequipeña será mi punto de descanso.

Esta era una vía nueva asfaltada, muy distinta a la que va hacia Puente Piedra, tantas veces había pasado por esta vía y visto el restaurante que un día dijo voy a probar que tal es; hoy era esa la oportunidad esperada. Con la ayuda del jalador que trabaja en la puerta del restaurante entró. Eran las 15 horas casi derritiéndose ingresó decidido a apagar la sed y hambre que le impedía continuar.

- Mozo me da el plato típico arequipeño un rocoto relleno y una chicha de jora.

Mientras esperaba el potaje, sacó su tablet y decidió escribir esta nota, se le notaba cansado pero aliviado. Desde arriba me pareció que ese trajín lo estaba gastando demasiado, no tenía tiempo para nada sino solo para el trabajo. Quise preguntarle qué es mejor el trabajo o la vida. Me levantó el vaso como diciéndome esa pregunta la respondo después. 

¡Saluuu!

Parte 2.

Después de dos horas llegó a su casa, el reportero lo siguió en su "dron" invisible que se posó cerca a su escritorio, desde ahí le recordó,

- Decías que me darías la respuesta después, ¿puede ser ahora?. 

- Claro, respondió con tranquilidad, como si hubiera pensado el tema  mucho antes y deseaba conversar al respecto. 

Comenzó su relato  muy tranquilo reposando en su mullido sofá. 

- Mira es un hecho que para vivir se requiere trabajar,  con eso  cubres tu alojamiento, alimentación,  salud y también los estudios. Así, el trabajo es condición vital. Sin embargo, cuando involucra un esfuerzo adicional sin límite de horarios, y con mucha responsabilidad; entonces brota de manera inevitable la pregunta: ¿vale la pena trabajar así?. 

Como para mostrar su respuesta con evidencias, señaló que había ido días atrás al médico para un análisis general básico. Luego, los resultados le demostraron que algunos indicadores habían rebasado los márgenes de normalidad. 

- Mire señor el nivel de triglicéridos, glucosa, colesterol y el índice corporal, exigen que usted modifique su estilo de vida; porque de lo contrario va camino a situaciones peligrosas. El médico fue tajante. Terminó sugiriéndoles que modifique su alimentación, realice ejercicios físicos y especialmente duerma lo recomendable 6 a 8 horas.

Volviendo a su casa, recordó que hacía solo 4 meses sus indicadores estaban dentro de lo normal.  Lo único diferente en estos tres meses había sido las nuevas condiciones de trabajo que asumió como director. Reconoció que en tiempos "normales" (sin pandemia) la situación hubiera sido muy provechosa, pues habría usado las diversas herramientas aprendida en muchos años de estudios de postgrado en diversas universidades. Empero en tiempos de pandemia sentía que era completamente diferente: no había horarios establecidos, hoy es 24-7; ,y como si eso fuera poco, todos los documentos de la oficina (en el mundo analógico) ahora están en modo digital, dentro del disco duro de una PC fría  e indiferente, muy difícil de hallar aquel documento que se requiere en el acto y sin demora. 

Dijo que hoy trabajaba sin  secretaria no tenía aquella persona que permanece estable en la dirección aunque los jefes cambien; conocía al dedillo los documentos pendientes, plazos y diligencias según su prioridad. Recordó con nostalgia aquella frase "doctor le he dejado documentos en su bandeja que deben salir hoy". 

Con esa ayuda ahora dispondría de tiempo para ejercer la función de conductor y no dedicar mucho de su tiempo a actividades rutinarias nada innovadoras. Por ello cuando le comunican por e-mail, o por watsapp que debe entregar ciertos documentos hoy, porque el plazo se venció, lo mantiene en sobresalto en un estado de permanente estrés. Que luego de hablar con el médico lo considera como la causa principal de sus malos indicadores médicos. 

Así, luego de escuchar todo eso le pregunte de manera directa, como cortándole el largo discurso,

- Y, entonces, ¿prefiere la vida o el trabajo?

Bueno querido amigo la respuesta pueda que ser la misma a ¿Qué es lo que me hace feliz?. Cuando pienso en eso recuerdo cómo le respondió un maestro a su joven discípulo, cuando le preguntó "quiénes son las personas más felices". Le demostró que una gran encuesta realizada sobre esa pregunta los primeros cuatro resultados dijeron.  

- Un artista o un artesano observando su trabajo bien hecho.

- Un niño construyendo su castillo de arena

- Una madre bañando a su  bebe

- Un médico que terminó una difícil operación y salvó la vida

Allí observas que no aparece ni poder, ni dinero ni bienes. Entonces si el trabajo me genera poder, mas dinero y poco tiempo para encontrarme con mi satisfacción. La respuesta es obvia. Sin embargo, habiendo transcurrido tan poco tiempo -tres meses- tampoco sería correcto haber aceptado el cargo y luego abandonar a quién confió al designarme en este nivel que prestigia a todo profesional. 

Pero también viene al caso algunas cosas que leí y dicen:

"Si usted no construye su sueño, alguien le va a contratar para construir el sueño de esa persona, y que una de las verdades en la vida es que muchos humanos al final de sus huellas se preguntan porqué no amé más, no viajé más, no seguí la carrera soñada, finalmente porqué no fuí realmente feliz". 

"Aún cuando parezca que el destino se impone, si puede hoy, independiente de la vida que lleva,  encontrar espacio y tiempo para cambiar el rumbo, rever las huellas de sus pasos y redefinir lo que aún puede hacer por su felicidad. En la bifurcación de la vida vale la pena seguir a su corazón".

Así que mi respuesta es intermedia. Continuaré tres meses más y si no logro obtener mejores condiciones de trabajo, para no seguir como un esclavo del trabajo, renunciaré para dedicarme a La Pluma a aquello sencillo pero placentero, lejos del poder pero cerca de la tranquilidad personal y familiar. 

Creo tiene usted razón, le dije, pero volveré a preguntarle cómo va de aquí a fines de marzo, ¿me aceptaría una nueva entrevista?. 

Claro que sí, me respondió dirigiéndose a su asiento donde permanecerá no menos de 18 horas diarias, por ello me temo que sus indicadores empeorarán. 

Volveré con una nueva nota para ese entonces.


La Pluma del Viento 

Carabayllo, 5 de enero de 2022 (Primera parte)

Lima, 8 de enero de 2022 (Segunda parte)


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