Encuentro de madrugada


No hay como la pluma de siempre, está al momento que lo necesitas. La digital depende de un espacio, batería y cuidado frente al robo. Cuántas ideas quedaron en las nubes y todo por no disponer de mi cuadernito de rutina, lo pospuse por esa tablet moderna, elegante, con el atractivo de escribir y dejar en el ciber-espacio de inmediato, en "on line". Mientras que con la pluma analógica, para subir al blog requieres de un tiempo nada corto para transcribir lo escrito, y lo que menos uno tiene es TIEMPO. 

Sin embargo, frente a la pérdida de ideas prefiero dejar registrado en el cuadernito, cuando ocurra sea a las 2 o 3 o 4 de la mañana; porque esa idea puede surgir de un sueño, cargado de imaginación, o ser alguna idea muy importante para la gestión, de inmediato quisieras registrarlo y aliviar tu preocupación si con ella dormiste.  Pero también puedes requerir escribir cuando se va el sueño de manera súbita, y das y das vueltas a la almohada sin conseguir dormir, ahí al cuadernito nada lo sustituye, es una compañía productiva y te entretiene. No se si esto lo harán muchos el asunto es que para mi mi cuadernito es una necesidad.  Adicionalmente suelo tener un libro de poesías. En la soledad y el silencio del insomnio, las letras tienen un sabor especial, viajas a las nubes al infinito para encontrar su  verdadero significado. Pero  también su lectura te produce ideas de comprender tu vida rutinaria, los años que dejaste en los diversos lugares donde la vida te llevó. 

Paz venid

A donde está la fuente

tengo reseco el corazón

mis sentidos están  agrietados 

busco gotas de ilusión

Antes el aire venía con amor

hoy siento que trae espinas

Necesito leer tus ideas

para limpiar mi mundo

para enfrentar a  este luchador 

gigante exuberante de grasa

carente de ceso y números.

Tú lo venciste con tu frágil pluma

necesito iluminar mi senda

con tu delicadeza o tus garras

Jamás te ofendes

siempre cantas

dadme la paz que 

no sé que es.

Siento que las últimas semanas no tengo tiempo para rasguñar mi cuaderno, hoy que lo hago en esta madrugada recibo baños de tranquilidad, es la medicina que requiere mi corazón, mi mente. En esta oportunidad la explicación a la cita madrugadora es el ómicron que nos acecha, está tocando mi puerta, o talvez ya entró a la casa y presiento que si me ataca lo hará con fuerza extrema. 

Me comparo con al voz quejumbrosa, raspada, que pugna por salir nítida a través de esa nariz congestionada y garganta adolorida que mi hermano lo hizo esta tarde y dejó grabada en el WhatsApp. Noté que sufría la enfermedad del covid 19, y lo hacía con ese sentir lastimero a pesar no tener débil la garganta como lo tengo yo. Por eso me sobresalté en la madrugada de hoy cuanto sentí sequedad en la garganta y pequeños incones; salté hacia la mesita y bebí un poco de agua caliente del termo que tengo al alcance de la mano en mi mesita de noche . 

Hace casi cuatro años que todas las noche lo primero que hago al ir a dormir es llevar el termo y una tasita, porque temo me vuelvan los terroríficos ataques de ahogamiento por no poder ingerir aire, repentinamente me surge como un globito de aire en la garganta cerrándome por completo su paso. 

La debilidad de mi garganta apareció hace casi 45 años cuando estando con la garganta inflamada por una infección decidí jugar fútbol una tarde de invierno limeño en un campeonato del distrito de Huayllacayán, pueblo de nacimiento de mi madre. Días antes de ese evento había estado en casa recuperándome de ese mal que se inició con una fuerte gripe. Aquél domingo llegaron mis tíos de parte de madre, y me animaron a ir al partido porque se jugaba la punta. El juego se realizó a las afueras de Lima en el colegio Rosevelt. 

Aquella tarde el partido había comenzado tranquilo, y cuando solo habían transcurrido 15 minutos,  sentí de pronto una falta de aire, me estaba ahogando, no podía aspirar, desesperado me aproximé al arbitro para que me ayude, pero el se corrió como evitando que lo agrediera; sin embargo un jugador se dio cuenta de mi situación y del sonido que hacía mi garganta por ingerir aire, y gritó al arbitro, ¡deténganse, deténganse, se ahoga, se ahoga!, me arrodillé y traté de respirar, vinieron todos a ayudarme, superé el ahogamiento, dejé el campo y esperé a que terminara el juego arropado en las gradas. 

Llegado a casa la noche fue  de terror interminable, pues me había vuelto a ahogar como dos veces, menos mal que tenia a mi hermano estudiante de medicina cerca, así que me pusieron almohadones y pasé la noche prácticamente sentado en la cama, por la mañana me llevó al hospital, dos de mayo, donde realizaba el internado, allí me llevó al consultorio de su profesor especialista en neumología. Recuerdo con claridad, cuando se apareció con su mandil blanco, me vio la garganta y casi como un padre enojado me incriminó. 

"cómo es posible que no se cuide, y ponga en preocupación a toda su familia, usted estaba mal y así fue a jugar futbol, podría haber sido mucho mas grave, podría perder la voz. Ahora usted va a permanecer en una habitación donde no fluya aire frio, por veinte días. Cuando salga irá cubierto la garganta. Tomará estas pastillas para recuperarse, pero no creo que vuelva a tener la garganta en buen estado, quedará debilitado"

Volví asustado, en casa mi madre  estaba muy preocupada, pero como madre me arrulló en lugar de molestarme. No fui a clases estábamos en exámenes finales, de modo que cuando me tocaba darlo me aproximaba envuelto en la bufanda, daba el examen y volvía a casa. No iba a clases estudiaba solo. Estas escenas fueron mis experiencias más cercanas con el fin, pues en esas madrugadas sentía desesperación de que el siguiente segundo vas a caer porque ya no aguantas sin aire, y en ese segundo final ingresa algo, que luego va abriendo mas espacio hasta que se normaliza la respiración. 

Desde aquella vez he quedado con ese mal que surge de manera inesperada y como ese globito impide que ingrese el aire, y el esfuerzo que hago  es fuerte, cualquier persona que está a mi lado va a escuchar y sentir que me ahogo, o que me da ataque cardíaco y quieren ayudarme, yo como sabiendo que poco a poco va a ingresar el aire, les hago señas que se mantengan calmos, mientras hago esfuerzos mi garganta suena ese macabro  " hiiiiii ... ggggggg", como que abro la puerta añeja con esfuerzo para ingrese el aire salvador y se diluya el nudo diabólico. 

Pero eso no solo me ha ocurrido en cas, también han ocurrido en mi carro, hasta en el avión, y siempre es lo mismo desesperación, luego me pasa, pero quedo lastimado y con mucho miedo y vergüenza. En todas las situaciones parece que la causa inicial el una bebida helada, particularmente en la tarde. Los tragos con cubos de hielo para mi son prohibitivos. Por eso cuando tengo gripe, tengo mucho cuidado en que no me afecte la garganta los bronquios, temo me lleve al ahogamiento. El último ahogamiento me ocurrió luego del aniversario 50 años del matrimonio de mi hermana, aquella reunión por la tarde bebí el sabroso chilcano, pero me había puesto delante de un ventilador. En la noche me atoré y mi madre y mi hermana fueron testigos de eso, desde aquella vez porto mi termo. 

Entonces es explicable que tenga preocupación extrema a que me contagie del covid.19 en la versión omicrón, porque todos dicen que es como una fuerte gripe, y duele la garganta. Entonces imagino mis posibles ataques de ahogamiento que me ocurriría por mi debilidad manifiesta. 

Bueno, bueno, creo he escrito bastante esta madrugada, debo dormir, son casi las 4 de la mañana. este virus tiene efectos aún impredecibles a unos los ataca suavemente a otros más fuerte, sin embargo, queda demostrado que las vacunas ayudan a sobrellevarlo. Así que a cuidarse tanto como lo hicimos para la primera y segunda ola.


Mi vacío

Mirar mis vacíos

es recorrer mis carencias

no es sentirse menos

por el contrario es buscar conocerte

es no temer a tu pequeñez 

es saber que haz crecido

y que la distancia y el tiempo

son una quimera si te encuentras

El temor nace porque

no te acostumbrarte a mirarte

afuera estaba lo malo

allá surgía lo bueno

aquí no se merecía

aquí solo podía haber vacío.

Ese era tu balance

ese era tu pobre yo

hasta que en la soledad

o porque te encontró el silencio

aprendiste a conocerte

a saber que eres una montaña

inexpugnable al fracaso

una fuente inagotable

de esperanza y fe

nada es imposible

todo depende de tu vacío

de tu pequeñez

y de tus dudas

cuando creas que todo está lleno

que no tienes dudas

entonces tu fin está cerca

por eso amo el vació y la pequeñez.



La Pluma del Viento

Lima, 15 de enero de 2022


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