LOS VIRUS DE SACO Y CORBATA
El recorrido de un rio deja huellas imborrables, abre zanjas ahí donde nadie puede imaginarlo. He vuelto como en tiempos de Atila a abrirme paso atravez de las colosales breñas de las avenidas Perú, Zarumilla y Argentina. En tiempos de navidad y pandemia, los sonidos de campanas, de papá Noél electrónicos sucumben ante el sinfín de bocinas, que llaman a los reyes magos solicitando convertir sus productos chinos en fiambres de ciudadanos tricolores o blanquirrojos que pretenden convertir su desesperación en feliz navidad.
En Movitec, La unión, Paruro, están los Húsares de Junín,
Túpac Amarus o Ugartes del siglo 21 , dispuestos al sacrificio, a enfrentar sin mascarillas
al cobarde virus que agazapado los aguarda a la vuelta de la esquina, allí la
"tía veneno", o el "todo
vale" les espera con ceviches, tallarines, y chaufainitas cuidados por
entrenados insectos que las prueban para asegurar que están bien condimentados.
Los que llegamos con mascarillas dobles, caretas,
anteojos son los que terminamos contagiados, porque no se dieron cuenta que el
virus ha venido para proteger a los jóvenes
callejeros, en desmedro de los viejos que no hicieron nada por proveerles empleo,
ni les dieron acceso a la educación, menos le implementaron talleres para
defenderse. Todo lo que saben hoy lo aprendieron en la calle, por eso no le
tienen miedo a sus amigos callejeros que se vacunaron para todos los virus,
incluido de aquellos que se llevaron sus
ilusiones, su futuro; entonces porque deberían
tenerle miedo al virus que no mira economías y que también arrasa con los ricos.
Así que comprendiendo que mi protección era un disfraz carnavalesco en mal tiempo frente a
ellos, volví sin comprar nada, pensando que ese virus se hizo parte de la vida de
estos jóvenes que luchan por sobrevivir y están acostumbrados a enfrentar peores virus
como aquellos de saco y corbata que
pululan en el Congreso y en el Ejecutivo: son peores que el covid-19.
La Pluma del Viento
Lima, 17 de diciembre de 2020
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