La navidad en mi nave


Es día de navidad, esta noche es la  noche de paz. Qué palabras tan bellas y ansiadas. Navidad y paz. La primera es sinónimo de alegría de villancicos y regalos, la segunda es el encuentro con los más ansiado de tu ser que te aproxima al infinito del universo donde no hay fuerzas que te aten a nada. Y como en esta noche se puede encontrar todo eso que parece especialmente difícil, merece la pena aproximarse con el corazón abierto y la mente limpia.

¿La fiesta de navidad es solo para los católicos?

El ser humano no solo es un conjunto de células organizadas en una estructura biológica y que de ella surge el cerebro con el cuál piensas y sientes. Es más que eso porque cuando naces dependes del hogar que te cobijó y de las familias con quienes te reunías y conformaste tus primeras amistades. Con ellos aprendiste a mirar el mundo sus bondades e inclemencias eso que llamas cultura. Entonces en los pueblos del Perú, desde la costa a la sierra pasando por la selva hemos nacido con un pesebre al lado. Nuestros primeros llantos lo compartíamos los diciembres con los villancicos. Así, junto a nuestros cromosomas se instalaron los colores dorado, rojo y verde, María, José, el niño y los reyes magos, para los diciembres. Por tanto, aún cuando pasen los años y dejes de creer en los símbolos del catolicismo al respecto, igual compartirás la cercanía a la paz, a la bondad, a la amistad los diciembres, y en especial la noche cumbre del 24. Por eso la navidad ha trascendido a las religiones, en occidente nuestros padres gozaron haciéndonos regalos mientras dormíamos, y amanecíamos contentos, creyendo que Papá Noel lo había traído en su trineo durante la noche y viajaba a la velocidad de la luz por todos los pueblos, solo requeríamos dormir temprano y contentos bajo el arrullo de nuestros padres. 

¿Y entonces cómo lo celebras hoy viejo y solo?

Cuando llega la navidad y el 24, suelo viajar al infinito y mirar mi baúl. Allí encuentro espacio y paz, nadie me pregunta si soy o no católico. Si traigo o no un regalo. Si tengo o  no hijos. Si soy viejo o no. Simplemente veo a todos los niños que compartían conmigo mis navidades. Los recuerdo con sus nombres y apodos, sonrisa y cabellos, pantalón o falda, son los niños y niñas de mi cuadra que no han cambiado y siguen cono siempre, jugando con alegría, arrojo y dulzura luciendo todos los regalos que podían disponer. De momentos corro por la avenida principal de mi pequeño pueblo, entro y salgo de las tiendas abiertas mirando los regalos que resaltan en escaparates luminosos y musicales.

- Ratatataa, manos arriba. Con mi dedo índice simulando a algún héroe del oeste americano.

- Fiuuuuu, Ñaaaaaa. El patrullero de la policía da la vuelta con rapidez persiguiendo al ladrón.

- Plum, plum, plum. La pelota golpea la pared de mi cuadra jugando con mis vecinos a la pega o al fulbito.

- Desde la ramada en mi corral, veo al gran chancho que en el amanecer se dora y mi madre me invita un pedazo de orejita.

- De un salto aparezco rodeado de mis amiguitos mostrándole trucos de cartas aprendidos en mis lecturas del tesoro de la juventud. 

Al rededor de mi viaje colmado de recuerdos, me acompañan los villancicos, que cantábamos con devoción y entrega en las madrugadoras misas de gallo, y también en los nacimientos de las diferentes casas de mis vecinitos de la cuadra sumergida en agua. En esta noche de paz, no tengo tiempo para mirar la tierra, estoy ocupado en el viaje sideral donde el tiempo y el espacio colapsan y solo está mi historia mi infancia y mi baúl convertido en nave. 

¿Y en la cena qué te sirves?

Mira amiguito, la nave es tan grande que hay comida de todo tipo y para todos. Durante la semana mi madre tan precavida ha cebado un chancho inmenso y lo ha beneficiado en el corral, ahora está listo para compartir. La cuarta parte será con los vecinos que nos ayudaron a engordarla con sus desperdicios. Y también otra parte con los que ayudan a cocinarlo adecuadamente nada sobra: chicharrón,  relleno rojo y blanco, y manteca. Ah aquí no hay panetones, mi madre preparó las ricas tortas de maíz.  En la noche buena el párroco invitó a todos los feligreses a la misa, y después porque hace mucho frio terminamos con el chocolate con leche producida por nuestras vaquitas, así la verdadera cena se pasa para el 25 en el almuerzo. El medio día del veinticinco en el patio si no hay lluvia o en el amplio comedor, nos serviremos todo lo que ha preparado mamá y papá. Es un almuerzo muy especial porque esa preparación se produjo en medio año para tener los mejores insumos incluido los manjar blanco, ese adorno de especial también era porque los hijos han llegado desde Lima por sus vacaciones, ellos después del almuerzo hacen demostraciones de los diversos tipos de juguetes que trajeron, los otros demuestran sus talentos cantando villancicos, o mostrando récords de dominadas o bolero,  todo es felicidad. Nadie bebe cerveza a lo sumo un vinito que mi padre en ceremoniosos brindis nos motiva con sus discursos plagados de sabiduría y estímulo por la educación.

Si te convencí con mi cena o almuerzo quedas invitado, porque en mi nave hay espacio y dotación para todos. 


Feliz Navidad.

La Pluma del Viento

Lima, 24 de diciembre de 2021

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