NELSON MANDELA, MADIBA, UN HOMBRE QUE ENTREGÓ SU VIDA POR LA LIBERTAD E IGUALDAD MURIÓ ENALTECIENDO A LA HUMANIDAD Y ENZEÑANDONOS A VIVIR
Mirar
la vida desde la esquina del desposeído, del segregado, del sometido al
desprecio por una minoría, en ese caso la blanca, debió haber sido insoportable, para
los habitantes negros de Sudáfrica por los años 50. Cómo hacer para revertir
esta situación, fue el reto que el joven
Nelson Mandela, comenzó a enfrentar a los afrikáners, que desde 1948, esta
minoría blanca de descendendientes holandeses impusieron en Sudáfrica desde que
se hicieron del poder con el apoyo de EEUU y occidente. Y desde ahí legalizaron
un sistema, político, económico y social de segregación, más conocido como el
APARTHEID. Ciudades, lugares, transportes
exclusivos para los negros, a pesar que eran mayoría casi el 80% de la
población.
Al inicio, Mandela, promovió la
lucha armada, motivo por el que, bajo el cargo de promover golpe de estado y
sabotaje, fue condenado en 1962 a cárcel perpetua, sin embargo por la presión
del mundo y los caminos que se daban a nivel global, el entonces presidente de
Sudáfrica (SA), Frederick de klerk, presidente, le otorgó la libertad, el 11 de
febrero de 1992. Salió después de 27 años.
Aquel día que dejó la prisión dijo:
“salir de esta cárcel con el rencor de los blancos que me trajeron sería volver
a la cárcel, si también tuviera rencor contra ellos, por eso no debemos tener rencor contra nadie,
y todos somos hermanos”.
Ya, no eran los tiempos de la
lucha armada, ahora sabía que el único camino para la paz, era el diálogo, el
pacto con los diferentes, y así construir una comunidad para todos. Una nueva
forma de convivir en la su amada Sudáfrica. Como dijo luego el arzobispo Edmund
Tutu, “el sufrimiento hizo que él creciera en la generosidad del espíritu”.
Luego, cuando habían transcurrido
solo 4 años después de su libertad, se hizo presidente de SA, pero ya en 1993,
había ganado el premio nobel de la paz, conjuntamente con el presidente De Klerck, que le dio la libertad.
Frente a la grandeza de este
hombre, qué nos queda a los que tenemos desavenencias insignificantes, entre
hermanos, paisanos o colegas, y no la posponemos en aras de la convivencia, de
la familia y la paz. Acaso, el orgullo de nuestra pose, será más duradero; o el
dinero que acumulemos indebidamente, nos acompañará en la muerte. No!!. Luchar
por un ideal que beneficie a todos es mucho más duradero. Mandela nos enseñó,
al respecto: “He promovido el ideal de una sociedad democrática y libre en la
cual todas las personas puedan vivir con igualdad y oportunidades. Es un ideal
por el que espero vivir, pero si es necesario, es un ideal por el que estoy
dispuesto a morir”.
Cuánta
falta nos hace, repasar la vida, el
esfuerzo y la entrega, de estos hombres o mujeres, que son
ejemplo de grandeza de la especie humana. Cuanta falta nos hace en el Perú,
conocer la vida de Mandela, y compararlos con la de los políticos de los
diversos partidos, que prodigan desplantes de sabiduría, y soberbia silvestres. Para que se hagan más humildes y sepan
comportarse de otro modo.
Pero también repasar la vida de
Mandela debe servirnos para perder el miedo, cuando se trata de defender un
ideal que beneficie a la sociedad. Él decía: “Aprendí que el coraje no es la
ausencia del miedo, sino el triunfo sobre el mismo. El hombre valiente no es
aquel que no tienen temor, sino el que conquista ese miedo”.
Hoy que las pantallas de
televisión nos demuestran que la lucha de este hombre no solo liberó SA, sino
que dignificó a la humanidad, que hoy parece sucumbir, como cuando vemos tantos
hombres o mujeres, que no tienen miramientos para provocar la muerte, de sus
hermanos, hijos y hasta padres, o cuando vemos a nuestro país inundado de delincuentes que por
un sencillo, disparan con alevosía y desprecio a la sien de un padre de familia
que sale en defensa de su hijita.
Por eso, en oportunidades cuando
los escasos grandes espíritus humanos fallecen, nos debe servir para
sensibilizarnos de lo pequeño y ridículo que somos, cuando agrandamos nuestro orgullo; y de los inservible que es asirse en nuestros infantiles
caprichos, de grandezas falaces que no duran más allá que el aleteo de una
mosca, o cuando preferenciamos la avaricia de un miserable sol, en lugar de
compartir lo que derrochamos.
Así, cuando nos comparamos con
las obras de estos grandes hombres o mujeres, nos damos cuenta que lo único que
trasciende es el bien, hacia los demás, no el halago hacia uno mismo, ni las
pleitesías de aplausos comprados a necesitados en las portátiles electorales.
Por eso en este día, o semana del
funeral de Mandela, volvamos nuestras miradas, hacia la grandeza humana, hacia
la esencia y valía de lo simple. Y, reconoceremos que el diálogo, la
tolerancia y el respeto al diferente -sea en apariencia, o en credos-, promoverá alegría a nuestra sonrisa y fortalecerá seguridad a nuestra
apariencia, por sencilla que fuera. Consecuentemente, brotarán puquiales de sinceridad, mostrando la limpieza del espíritu que guardamos. Eso es lo que mostraba Mandela, con su
presencia y sonrisa. Nos colmaba de seguridad, paz, y tranquilidad.
Finalizo mi homenaje a este ser humano, recordando las palabras de su carcelero: “se ha caído un gran árbol, el amor nunca acaba. El fue mi prisionero, mi amigo, y mi padre”.
Finalizo mi homenaje a este ser humano, recordando las palabras de su carcelero: “se ha caído un gran árbol, el amor nunca acaba. El fue mi prisionero, mi amigo, y mi padre”.
Desde este 5 de diciembre, Nelson
Rolihlahla Mandela, Madiba, descansa en paz.
Tú eres inmortal.
La Pluma del Viento
Lima, 7 de diciembre de 2013
NOTA. Emitido en el programa radial: El Zaguán de Oro Puquio, del domingo 8 de diciembre de 2013, de radio independencia.
Me puede oir todos los domingos de 9:30 a 9:40 horas http://www.radioindependencia.com.pe via internet.
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