Roca y los Conquistadores

Luego de dejar la Pampa de Lampas de indescriptible belleza, donde el manto de Ichu cubría las escasas chozas, que a las 6 de la mañana daban sus primeros respiros lanzando humo al viento para saludar al sol benefactor y, tras mirar el pantanal de la manada de Gelacio Tafur y la que fue la casa de la Sra. Catalina Calderón, abuelita de Nalo, empezamos el descenso al pueblo de Roca. Los quenuales a la vera de la angosta carretera acompañaban como ramos de flores al huayno "Lirio Moradito" que en el estéreo de la "4 X 4" todo terreno, Nieves Alvarado con su voz irresistible extasiaba nuestros sentimientos. En una y otra curva la neblina engañosa que cubría los abismos, nos atraía como espumas de bañeras en un hotel cinco estrellas.

En esa ensoñación de huayno, flores y nostalgia, ingresamos a Roca, y como en los años de mi infancia en Chiquián, cuando corríamos tras el ómnibus de Landauro en sus entradas triunfales por Umpay, súbitamente aparecieron niños corriendo a los costados de la camioneta y tras ella nos seguían otros con sus carretes y aros de llantas, dándonos una emotiva recepción.

Casi sin percatarme, el carro se detuvo en la Plaza de Armas. Descendimos con ropa gruesa: chompas, bufandas y gorras, unas más caras que otras. La temperatura de este día de febrero marcaba los 8 grados centígrados. Los últimos que descendimos tras apagar la música y el aire acondicionado del Suzuki Gran Nómade, sufrimos un shock, un golpe directo a nuestros valores, a nuestra estima. Mientras bajábamos arropados y demostrando confortabilidad extrema. Allí, a más de 3500 m.s.n.m. los niños, herederos del ande, descendientes de los incas y dueños de todas las riquezas mineras que estos cerros guardan, estaban con llanques de caucho, sujetados a sus deditos y talones con tientos de duro cuero. Sus piececitos cubiertos de barro, sus pantaloncitos zurcidos que solo les cubrían hasta la canilla, sus chompitas agujereadas en los codos y sus caritas quemadas por el frío, eran costras oscuras que ocultaban su real color de piel, sus ojos rojos y cabellos largos despeinados y desaseados, nos sacudieron el alma.


De momento cerré los ojos y tomando aire para detener las lágrimas, que mi endeble espíritu contemplaba, recordé las cifras de la pobreza del INEI del 2009: 40 % de pobres y 13% de extrema pobreza. Estos últimos, con 18 dólares mensuales. Nunca imaginé el significado de estas cifras, que solamente eran números cuando abría el periódico, con gráficos por aquí y por allá, espacios desperdiciados sin mayor interés para el lector. Hoy, por primera vez, tuve frente a mí a niños en extrema pobreza. Ellos seguramente no saben qué es lavarse los dientes, ni tienen baños, no beben agua potable, tampoco tienen medicinas, quizá ni cuadernos, menos libros, PC, televisión o radio.


Sacudí la cabeza intentando volver en mí, y recordé como trago amargo las palabras del presidente García, “hemos crecido al 9.8% del PBI. Somos el país de mayor crecimiento en Sudamérica”. Si estas son las cifras, ¿quién se aprovecha de este crecimiento?. ¿Eres presidente de todos o de unos cuantos?. ¿Y estos niños qué son?. ¿Acaso no son peruanos porque nacieron sobre los 3000 m.s.n.m.?. O es que este 2009, como hace 500 años, estas pequeñas poblaciones nunca existieron para el Estado y los sucesivos gobernantes, que al sentarse en el sillón de Pizarro, se convirtieron en conquistadores, resueltos a extraer todo el oro, la plata y minerales de su prados y casas a costa del exterminio de los “indios” y pobladores del gran Tahuantinsuyo. Balbuceante retomé conciencia recordando el poema: "La cena miserable", del vate Universal César Vallejo:


Hasta cuándo estaremos esperando lo que
no se nos debe… Y en qué recodo estiraremos
nuestra pobre rodilla para siempre! Hasta cuándo
la cruz que alienta no detendrá sus remos.

Hasta cuándo la Duda nos brindará blasones
por haber padecido…

Ya nos hemos sentado
mucho a la mesa, con la amargura de un niño
que a media noche, llora de hambre, desvelado…

Y cuándo nos veremos con los demás, al borde
de una mañana eterna, desayunados todos.

!Hasta cuándo este valle de lágrimas, a donde
yo nunca dije que me trajeran.

De codos
todo bañado en llanto, repito cabizbajo
y vencido: hasta cuándo la cena durará.

Hay alguien que ha bebido mucho, y se burla,
y acerca y aleja de nosotros, como negra cuchara
de amarga esencia humana, la tumba...

Y menos sabe
ese oscuro hasta cuándo la cena durará!

Fuente:

La Pluma del Viento

Lima, 21 de febrero de 2009

(Programa dominguero de Vladimiro Reyes Gamarra "Buenos días Chiquián" - Radio Independencia del Perú, de las 6 a 7 am del 22 de Febrero de 2009)

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