DOMINGO DE RAMOS ESPECIAL

La inmensa calle estaba adornada de ramas de árboles plantados al frente de las puertas de las casas, era una senda que se angostaba conforme alejabas la vista y parecía finalmente subir por un hilo plateado hacia la colina Capillapunta terminando en la inmensa cruz que yacía en su cima. Esta imagen la  tengo grabada y me acompaña los Domingo de Ramos, devolviéndome a la niñez, al momento donde nuestras vidas están  llenas de ilusiones, esperanzas y alegrías. 

Eso, hoy cuando estábamos reunidos en casa desde mi madre hasta la tataranieta, lo recordaba con una tonalidad distinta, sentía que caminábamos por esa senda todos, tomados de la mano y mirando la esperanza con fuerza, ilusionados por mantenernos siempre juntos y gozar de esa alegría especial. 

Este domingo fue inusual porque aquí en la capital de la república solíamos tomar desayuno a diversas horas, unos iban a misa, otros dormían y yo me preparaba para salir en un programa de radio, enclaustrado en mi habitación. 

En cambio hoy, apagamos el televisor que lo sentíamos muy cargado de noticias feas, nos sentamos alrededor de la mesa y sentimos lo valioso que es  tomar desayuno todos. Narramos lo que eran nuestras costumbres en nuestro pueblo en este día, todos participábamos con lo que le representaba, destacando las tecnologías nuevas como el celular y las redes. Entendimos que todos nos necesitábamos en tanto somos parte de una familia, desde la abuelita que con calma nos expresaba sabiduría, hasta la menor que hacía reír con sus maneras peculiares de opinar. 

Este domingo de ramos fue especial, nos permitió comprender la importancia de reunirnos para integrar visiones, darnos fuerzas para enfrentar nuestras rutinarias vallas. Y, también, reconocer  que para salir adelante requerimos de unidad, esperanzas, ilusiones y alegrías por un vida mejor, tal cual era esa calle comercio adornada de ramos y flores en Chiquián.

La Pluma del Viento

Lima, 05 de abril de 2020