A la mujer que me dio la vida: Mi Madre
Hoy tus cabellos plateados, tus movimientos más torpes, tu memoria que a veces te abandona, tu salud que requiere cuidado, indican que los años fueron minando tu estructura física. A despecho de esos largos años siguen tan intactos como antes tu amor, extendido hoy hasta los nietos, tu preocupación por si comemos, trabajamos, o cómo vestimos. No han cambiado hasta hoy tus consejos diarios antes de cruzar la puerta hacia la calle. Tus desvelos en las noches prolongadas, esperando a los hijos, tus penas y llantos en la soledad de tu corazón por las innumerables faltas de aprecio, reconocimiento, paciencia y comprensión que no te damos, debilitaron mas tu cuerpo y mente.
Solo quedan en el recuerdo, tu agilidad para subir y bajar las chacras en Chiquián, Pariantana, Macpon, Chivis,Muchicash, Huarampatay, todas parecían quedar a un paso, las distancias se acortaban por la fuerza que te daba el amor a tu hijos, la necesidad de darles de comer, vestir y cuidar de su salud.
Hoy los hijos crecidos, están tan dispersos que quisieras tenerlos junto para abrazarlos. No deseas un regalo material, de un reloj, de una joya comprada en Ripley o Saga, No! y No! , tú no creciste en el consumismo de esta sociedad que confunde el amor con el tamaño del regalo. Tu solo pides regocijarte sintiéndonos a todos cerca, recordar y reír de nuestras travesuras de niños, mientras ves a los nietos alegres al lado de sus padres.
Tu amor que no tiene dimensiones, guarda para sí el dolor de no tener a su compañero de toda la vida, él se fue antecediéndote en el viaje sin retorno. Tus dolores en las noches quietas y sombrías, tu sabes como conjugarlas, quisieras contarnos todos tus recuerdos al lado de el, del día que nacimos, como decidieron ponernos los nombres, en las escuelas que estudiamos, quienes eran nuestros maestros y mucho mas.
Pero nosotros, presumidos por nuestra juventud, y trabajo, no te dispensamos tiempo, no nos paramos un momento para escucharte, para saber que te lastima, como va tu salud. Solo cuando ya es evidente tus dolores nos apresuramos a llevarte a un hospital y suele a veces ser demasiado tarde.
Por eso en este día, madre, recibe mis pensamientos, mis recuerdos de mi niñez, juventud que los tengo muy presentes y que sepas que te amo por todo lo que hiciste y sigues haciendo, pero también te pido que comprendas mis faltas de demostración de amor que no te brindo.
De Agustín Zúñiga Gamarra para su madre Sra. Luzmila Gamarra Viuda de Zúñiga.
Lima, 13 de mayo de 2001
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