FINALIZANDO EL AÑO E INICIANDO EL SIGUIENTE: INCLUSIÒN Y SOSTENIBILIDAD LOS RETOS

 


Estamos cerca al fin del año. En nuestra retina se agolpan muchas escenas que podríamos considerarlas como la más destacada. Sin embargo, optamos por aquella que tiene que ver no solo con el presente sino también con el futuro, con el año siguiente y con certeza debería ser permanente. Sin embargo, eso, hoy, no lo practicamos, ni es parte de nuestra cultura. Se trata de la inclusión y la sostenibilidad.

El primero tiene que ver con lo que vemos a diario y es un tema de permanente discusión en las reuniones, debates y almuerzos cotidianos. Se trata de la contradicción entre el crecimiento económico y el bolsillo de las personas quienes manifiestan, con contundencia: 

“si dicen que el Perú es un ejemplo de crecimiento económico (PBI), porqué mi sueldo es bajo, por qué no tengo trabajo, porqué no me alcanza para comer, porqué no accedo a la salud, porque no tengo agua, porqué no tengo luz, porque no hay carretera a mi pueblo, … “.

Para muchos que siguen de cerca las estadísticas, observan que, la brecha entre ricos y pobres es cada día mayor. Para comprobarlo basta caminar por los asentamientos humanos pegados a Lima, como Alto Perú, nada menos que en Chorrillos, rodeado de restaurantes de lujo en la capital de la república. Eso es nada si visitamos las punas de la sierra o las comunidades de la selva. Son imagen del centralismo insolente. Allá, el común denominador es, desempleo, delincuencia, comercialización de drogas, falta de centros de salud, carencia de servicios de luz, agua y desagüe, inexistencia de escuelas, analfabetismo, etc. No disponen de servicios básicos (educación, salud y seguridad), esa es la responsabilidad principal del Estado y del gobierno de turno. 

Mientras esto ocurre con los pobres, con los EXCLUIDOS, otros cerca del poder político y económico, gozan de la bonanza del crecimiento del PBI, a "niveles de récord mundial". En ellos frente a sus casas aguardan camionetas 4 x 4, sedans; los otros modelos ya coparon los garajes, no hay más espacio. Ellos, no dejan de visitar en sus vacaciones a Disneylandia, Louvre, Milán o Londres. Los viajes de promoción de sus hijos son a Can Cun o Punta Canas, como mínimo, qué importa que traigan la gripe H1N1, total llegado a Lima, los medicamentos los esperan, aunque luego contagien a sus empleadas y estas la diseminen en los barrios pobres, donde los hospitales no los reciben. No hay duda que, los excluidos en nuestro país, hoy y ayer, tienen rostros de niños, mujeres y ancianos.

Como reza el refrán, “tras cuernos palos”, el año que finaliza nos ha traído la crisis económica mundial. Ella nos mostró la mala cara de la economía, disciplina que parece tener mucho de propaganda y poco de ciencia. Los culpables, americanos,  fueron los mejores profesionales, egresados de las prestigiosas universidades Harvard, Stanford, Yale, etc. ¿De qué valió que se ganaran los grandiosos premios nobeles?. O, ¿Es que también estos se compran, al mismo estilo del Jirón Azángaro?. No es necesario ser especialistas para adelantarnos y concluir que los que pagarán, sus ejercicios mal o bien aprendidos, son los pobres, y nuevamente los excluidos. Pareciera, volver la tesis de Aristóteles, la perdurabilidad de la esclavitud.

Para romper esta exclusión,  secular, requerimos de organización. Los pobres separados, desarticulados, individuos solitarios, serán siempre débiles, incapaces de cambiar la situación vigente, el paradigma, para usar la terminología de Tomas Khun. Por eso el reto está en incrementar nuestra capacidad de resolver los problemas colectivamente, no de manera individual. Ello obliga a buscar espacios para el diálogo, aprender a confrontar ideas, a llegar a acuerdos y respetarlos. Pero esto no se podrá alcanzar si no practicamos la tolerancia, el reconocimiento, y la aceptación que somos diversos no solo en opiniones sino también en cultura. Desde el norte al sur, costa, sierra y selva, el Perú es multicultural, multiverso esa es nuestra patria.

Pero el año que estamos cerrando también ha sido el del medio ambiente, que ha concluido con la fracasada cumbre de Copenhague, nos han demostrado que, nuestra tierra está en peligro, la hemos maltratado, la estamos destruyendo. Vivimos creyendo que ella dispone de recursos inagotables. Nuestras prácticas cotidianas son destructivas: quemamos bosques, destruimos áreas verdes a cambio de cemento, lanzamos sustancias químicas desde las minas a los ríos, es decir tiramos contaminantes en cantidades imperdonables. Su cielo azul la hemos enlutado, sus hermosas nieves corren peligro de desaparecer, talvez de aquí a 20 años, nuestro Tucu, Jirishanka o Yerupajá, solo se verán en fotos de los abuelitos. Estamos haciendo todo para que nuestros descendientes, tengan una tierra agresiva, inhóspita, escuálida, sin recursos para vivir. Los pronósticos del cambio climático son aterradores, si no modificamos nuestra manera de vivir de manera urgente. Esto tiene que ver con el segundo gran reto para enfrentar el próximo año, o los próximos años, se trata de la SOSTENIBILIDAD de la vida en la tierra.

Los países ricos, nuevamente, causantes principales de la contaminación por el uso de ingentes cantidades de combustibles fósiles y emisión de gases de efecto invernadero (CO2) se harán de la vista gorda, y continuarán con sus costumbres, con su “progreso”, y su estilo de vida. Y los afectados, nuevamente, también, serán, “para variar”, los países pobres, los del Sur, los excluidos, como el Perú, Bolivia, África, Centro América.

Pero esto no nos debe amilanar, tenemos que cumplir con nuestra parte, cambiando nuestra manera de manejar o usar nuestros recursos provenientes de la tierra, nuestra única casa en el cosmos. Para ello tenemos que mejorar nuestra CAPACIDAD DE TRANSFORMACIÓN, que se refleja en el uso del conocimiento orientado a optimizar el uso de dichos recursos. Pero el conocimiento transformador está unido a la educación, a la ciencia y tecnología, adecuadas, adaptadas a la geografía y a la realidad local. Pero no deberíamos despreciar los saberes locales frente a los externos, todo saber es universal y como seres humanos nos pertenecen.

Para concluir en este fin de año de 2009 e inicios del siguiente, los grandes retos que se nos plantea son dos, la Inclusión y la Sostenibilidad. Para lo primero hemos propuesto fortalecer la capacidad de organización para enfrentar colectivamente los problemas, mientras que para lo segundo, necesitamos desarrollar la capacidad de transformación. Con estas capacidades reforzadas contribuiríamos a un Perú más inclusivo, integrado, estructurado respetando el ambiente y que asegure la vida a las generaciones futuras. 

Dos retos inmensos, pero que se alcanzarán si encontramos y promovemos líderes naturales desde las escuelas, barrio, distrito y país. Fuertes en valores, elevada autoestima, seguridad en su identidad cultural y sólidos conocimientos, pero comprometidos con la gobernabilidad democrática representativa y participativa.

La Pluma del Viento
Lima, 27 de diciembre de 2009

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