LAS CAVINAS DE DANTE

Como si fuera un día de descanso, domingo o feriado a las 12 de la mañana, estoy frente a la PC, dejando huellas de la vida.  Si tal fuera hoy debería estar diciéndoles del calor infernal de Lima o el cómo estamos yendo en la semana de navidad o sobre los lindos regalos modernos que se ven en las tiendas o también hablarles sobre la cena de la noche buena con pavos o lechones.  Tal cual se escucha en la radio en todas las emisoras. Empero, mi costumbre es menos exigente, soy de los que pueden estar ese día escuchando villancicos y cenando lo que hubiese, pero reunido en familia. Eso no lo hago desde hace años porque no hay niños a mi redor y en consecuencia no hay flores, soy un jardín en otoño. 

Los últimos años han sido de clausura, nada de festejos, sea por la pandemia o porque el país está en agonía permanente. Pero eso no impedía darse un brindis, aunque sea en solitario, vino o chilcano.  Este año creo será muy especial, porque a esa agonía nacional, le tendré que añadir el dolor y molestias e incertidumbres que trae el Covid-19; es decir, llegó los síntomas a mi área chica. Todo comenzó ayer con una picazón en la garganta coincidiendo con una conversación en el laboratorio sobre temas de rutina y allí el aire acondicionado te lleva a 15°C. Así que mi primera impresión fue que sería producto de esas condiciones ambientales. Por la noche me hice una gárgara clásica de sal y limón, para aliviarme la inflamación de la garganta, si fuera así al día siguiente amanecería superado el problema. Sin embargo, hoy me ha vuelto esa molestia, pero incrementado en 10%, para evitar toser tomaba agua tibia en mi oficina sin ingresar al laboratorio. 

Pero las reglas de juego son que si sientes síntomas no hay que ir al trabajo, así que estando dentro llamé al médico y le manifesté mi molestia. Él me respondió que fuera a sacarme la prueba de descarte y me permitió salir del trabajo. Menos mal que tengo movilidad propia. Así que bajo las llamas del verano conduje mi auto camino a casa, de rato en rato bebía mi agua que llevaba a la mano. Me detuve por emergencia al baño en el mercado de Metro, no compré nada, el aire acondicionado me empeoraría.

Mientras conducía llamé al EPS en el cual estoy inscrito, me atendieron muy bien, y quedé en esperar en casa al médico que me haría la prueba y si doy positivo me daría la receta y el permiso correspondiente.

En casa solo sabían del dolor de garganta, no creo se les ocurriría pensar que tendría el Covid, porque nos habíamos cuidado más que nadie, no se permitía ni que ingresaran moscas sin lavarse los pies. Y, si diera positivo, sería el portador del contagio de los que habitamos allí, y el temido peligro de las consecuencias considerando que hay gente de riesgo, por edad y dolencias. Eso me preocupaba mucho, hasta imaginé aislarme, pero sabía que esta ola no es como las primeras. Sin embargo, tampoco se sabía en definitiva cómo reaccionaría tu cuerpo. Según un sobrino a él le dio muy fuerte las dos veces.  Sobre todo, la fiebre. Bueno que se puede hacer, finalmente asumir y seguir las sugerencias del médico. Pero por dentro tenía una adicional confianza porque en cualquier momento mi hermano médico me ayudaría. Con eso en mente llamé a casa, y les comenté esos síntomas, y que esperaría en casa al galeno. Y por tanto a tomar las precauciones. 

Ahora estoy esperando al médico, tomando infusión tibia sorbos seguidos para impedir toser por la picazón y no lastimar la garganta. 

Qué mal momento me toca esto: verano y en navidad.  En realidad, este es un detalle que no viene al caso el problema sería si me hubiera contagiado en la primera ola, donde no había vacunas, no se sabía que medicamentos usar, y lo peor no había lugar ni especialista que te atendiera. 

De lo que sé la evolución del virus dice: entre 3 a 5 días se da pico y que ahí es cuando el dolor a garganta aumentará, subirá la fiebre, perderé el sabor u olor, y eso será hasta al día 7, luego empezará a decaer sus efectos y entre el 10 a 12 días estaré en condiciones de no contagiar a nadie. Pero mientras tanto o sea ahora, aun en mi habitación debo estar con la mascarilla.  Voy a dejar la puerta abierta pero no para que el aire se mueva sino para que sepan a donde estoy y si alguien entra no tenga que abrirle.

Antes de continuar, esperemos al especialista, luego de la prueba y si da positivo a organizarme para evitar que su evolución sea peligrosa, aunque espero noches sin dormir, pero que se hace, esto ma ha tocado, mientras tanto la pluma se agitará para acompañarme en el viaje por las cabinas de Dante. 

La Pluma del Viento.

Lima, 21 de diciembre de 2022

Comentarios

Entradas populares de este blog

PACHO SIMBOLO DE LA AMISTAD: ADIOS

Luis Pardo: Hombre Hecho Leyenda

HOMENAJE AL CLUB ATLETICO TARAPACA DE CHIQUIAN